CAPITULO IV
-Male, bajá por favor,- resonó la voz de su mamá desde la planta baja.
Y Malena bajó corriendo por las escaleras de su casa. Sus papas habían llegado recién y seguramente la esperaban abajo para ir a matricularse al colegio.
Pero lejos de lo que Malena esperaba, se le presentó ante ella otro panorama.
Su padre estaba sentado en el sillón del living. Estaba abatido, cabizbajo y serio. Su madre tenía los ojos enrojecidos, era evidente que había estado llorando pero trataba de disimular su tristeza.
Malena quedó paralizada ante esa escena. Si bien hacía un tiempo que veía a su papá triste y deprimido; esta vez su corazón presentía algo mucho más grave de lo que su cabecita de trece años podía imaginar.
De repente su padre levantó la mirada y le pidió a su mamá que los dejara a solas con Malena.
Por supuesto Male, seguía sin comprender y atinó a decir:
- ¿Pasó algo grave, papi?
Su padre se levantó, apoyó uno de sus brazos en el hombro de Male y le propuso salir al jardín del fondo de su casa y sentarse en el sillón favorito de los dos. Ese sillón que tantas veces había sido testigo de largas conversaciones entre ambos.
Entonces, Malena comprendió que algo sucedería y que ese “algo” cambiaría su destino repentinamente.
Continuará......... Eterno Resplandor
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