CAPÍTULO III
Otro golpe más en la puerta de su cuarto , y otro y otro.
- Male dale, ¿puedo pasar?- siguió insistiendo “el plomito” con voz de víctima y casi tirándole la puerta abajo.
Y Male se levantó y abrió con ganas de estrangularlo.
- ¿ Qué querés nene?, inquirió Malena irritada, por la invasión a su privacidad.
- Nada, dijo su hermano- quería saber si me prestas la compu para jugar a los jueguitos…. y juntó sus manitos en señal de rezo.
- Ya me parecía, ¡cuándo no enano!- contestó Malena, que ante algunas de sus actitudes, aflojaba y cedía a sus pedidos.- Dale usala total yo, cuando vengan papá y mamá me tengo que ir con ellos a anotarme en la escuela- y al decir esto su cara se iluminó y hasta pasó tiernamente su mano por la cabeza del “plomito”.
- ¡Gracias sos la mejor hermana que tengo! – respondió Matías dando pequeños saltos de alegría.
- Y claro, cómo no voy a ser la mejor, si soy tu única hermana.
- Por eso- replicó el enano, soltando una carcajada.
- A veces…. te mataría- le contestó Male, amenazando con apretar su diminuto cuello- Pero hoy me agarrás en un día con muy buen humor.
Mientras su hermano se instalaba frente a la compu. Malena se puso ese suéter de hilo rojo que tanto le gustaba y se calzó las zapatillas nuevas, regalo de cumpleaños de su madrina. Quería estar perfecta para este acontecimiento que se aproximaba y además también quería parecer toda una señorita.
De repente se dio cuenta de que su hermano había dejado de jugar y la miraba fijo. Había en esa miradita algo de tristeza.
-Y ahora, ¿qué te pasa enano?- le preguntó Male.
-Nada…., -se quedó un rato mirando el techo y luego continuó- Es que cuando empieces la secundaria ya no va a ser como antes…- murmuró Matías.
-Pero, ¿por qué decís eso?, si los dos vamos a seguir yendo al mismo cole- lo consoló Malena.
-Sí ya sé…, pero ahora vos vas a estar en el edificio de enfrente y yo ya no te voy a ver más en los recreos, además, - reflexionó el enano- ¿quién me va a defender del gordo Raúl cuando me quiera robar los alfajores ahora que vos ya no vas a estar?.
-Ahhh, viene por ahí la cosa- contestó Malena ofendida- Entonces no es porque me vas a extrañar.
-No, eh bueno, sí, también por eso- dijo el plomito.
Malena nunca había entendido porque a su hermano le costaba expresar tanto sus emociones, ella estaba segura de que él era capaz de defenderse solo ante cualquier circunstancia y lo que en realidad le preocupaba era la separación de ellos dos en el colegio.
Está bien que era chiquito para expresar sentimientos, pero ella siempre había sido todo lo contrario. Se acordaba cómo la elogiaban las vecinas del barrio cuando le decían a su abuela cada vez que Male la acompañaba a hacer los mandados: “Esta nena es tan cariñosa…. Y tiene un corazón tan dulce…”. Y eso que Male era re pequeña en ese tiempo.
En cambio su hermano siempre fue todo lo contrario y cuando era más chiquito peor, hasta se limpiaba las mejillas cuando alguien le daba un beso.
Pero aunque Matías no expresaba ni decía lo que sentía internamente, Malena siempre lo interpretaba.
Y sabía que para él este momento que se acercaba también significaba un proceso de cambios, miedos y emociones encontradas.
Entonces fue ahí cuando Male lo agarró por los hombros , lo dio vuelta, lo miró a los ojos y le dijo:
- Enano, esté donde esté, yo Male, siempre te voy a cuidar y siempre te voy a querer.
Y el “plomito” se la quedó mirando largo rato.
De repente, como si algo mágico se hubiese instalado en la habitación, Matías le rodeó el cuello con sus brazos, la apretó bien fuerte contra sí, le dio un beso, se dio vuelta y siguió jugando en la computadora.
Malena todavía perpleja por ese momento de tanta intimidad, caminó hacia el espejo grande que tenía en su cuarto, se miró en él, cerró los ojos y sonrió.
A veces no hacen falta las palabras para dejar que el corazón hable por sí solo.
Continuará....... Eterno Resplandor
Otro golpe más en la puerta de su cuarto , y otro y otro.
- Male dale, ¿puedo pasar?- siguió insistiendo “el plomito” con voz de víctima y casi tirándole la puerta abajo.
Y Male se levantó y abrió con ganas de estrangularlo.
- ¿ Qué querés nene?, inquirió Malena irritada, por la invasión a su privacidad.
- Nada, dijo su hermano- quería saber si me prestas la compu para jugar a los jueguitos…. y juntó sus manitos en señal de rezo.
- Ya me parecía, ¡cuándo no enano!- contestó Malena, que ante algunas de sus actitudes, aflojaba y cedía a sus pedidos.- Dale usala total yo, cuando vengan papá y mamá me tengo que ir con ellos a anotarme en la escuela- y al decir esto su cara se iluminó y hasta pasó tiernamente su mano por la cabeza del “plomito”.
- ¡Gracias sos la mejor hermana que tengo! – respondió Matías dando pequeños saltos de alegría.
- Y claro, cómo no voy a ser la mejor, si soy tu única hermana.
- Por eso- replicó el enano, soltando una carcajada.
- A veces…. te mataría- le contestó Male, amenazando con apretar su diminuto cuello- Pero hoy me agarrás en un día con muy buen humor.
Mientras su hermano se instalaba frente a la compu. Malena se puso ese suéter de hilo rojo que tanto le gustaba y se calzó las zapatillas nuevas, regalo de cumpleaños de su madrina. Quería estar perfecta para este acontecimiento que se aproximaba y además también quería parecer toda una señorita.
De repente se dio cuenta de que su hermano había dejado de jugar y la miraba fijo. Había en esa miradita algo de tristeza.
-Y ahora, ¿qué te pasa enano?- le preguntó Male.
-Nada…., -se quedó un rato mirando el techo y luego continuó- Es que cuando empieces la secundaria ya no va a ser como antes…- murmuró Matías.
-Pero, ¿por qué decís eso?, si los dos vamos a seguir yendo al mismo cole- lo consoló Malena.
-Sí ya sé…, pero ahora vos vas a estar en el edificio de enfrente y yo ya no te voy a ver más en los recreos, además, - reflexionó el enano- ¿quién me va a defender del gordo Raúl cuando me quiera robar los alfajores ahora que vos ya no vas a estar?.
-Ahhh, viene por ahí la cosa- contestó Malena ofendida- Entonces no es porque me vas a extrañar.
-No, eh bueno, sí, también por eso- dijo el plomito.
Malena nunca había entendido porque a su hermano le costaba expresar tanto sus emociones, ella estaba segura de que él era capaz de defenderse solo ante cualquier circunstancia y lo que en realidad le preocupaba era la separación de ellos dos en el colegio.
Está bien que era chiquito para expresar sentimientos, pero ella siempre había sido todo lo contrario. Se acordaba cómo la elogiaban las vecinas del barrio cuando le decían a su abuela cada vez que Male la acompañaba a hacer los mandados: “Esta nena es tan cariñosa…. Y tiene un corazón tan dulce…”. Y eso que Male era re pequeña en ese tiempo.
En cambio su hermano siempre fue todo lo contrario y cuando era más chiquito peor, hasta se limpiaba las mejillas cuando alguien le daba un beso.
Pero aunque Matías no expresaba ni decía lo que sentía internamente, Malena siempre lo interpretaba.
Y sabía que para él este momento que se acercaba también significaba un proceso de cambios, miedos y emociones encontradas.
Entonces fue ahí cuando Male lo agarró por los hombros , lo dio vuelta, lo miró a los ojos y le dijo:
- Enano, esté donde esté, yo Male, siempre te voy a cuidar y siempre te voy a querer.
Y el “plomito” se la quedó mirando largo rato.
De repente, como si algo mágico se hubiese instalado en la habitación, Matías le rodeó el cuello con sus brazos, la apretó bien fuerte contra sí, le dio un beso, se dio vuelta y siguió jugando en la computadora.
Malena todavía perpleja por ese momento de tanta intimidad, caminó hacia el espejo grande que tenía en su cuarto, se miró en él, cerró los ojos y sonrió.
A veces no hacen falta las palabras para dejar que el corazón hable por sí solo.
Continuará....... Eterno Resplandor
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